
LA BIBLIA: INSPIRADA POR DIOS
REVELACION ESPECIAL
En la sección anterior examinamos el tema de la revelación general —cómo Dios se revela a toda persona en general. Si la
revelación total de Dios se puede titular “El Libro de la Revelación”, entonces el primer tomo contiene la revelación eneral.
Y el segundo contiene la revelación especial, que, por el contrario, no llega necesariamente a todas las personas.
I. LAS VIAS DE LA REVELACION ESPECIAL
A. La suerte
Mientras hoy en día no se estimaría muy favorablemente el uso de la suerte, sí sirvió algunas veces para comunicar el ensamiento de Dios al hombre (Proverbios 16:33; Hechos 1:21–26).
B. El Urim y Tumim
El pectoral que usaba el sumo sacerdote en el Antiguo Testamento era una pieza cuadrada de un material primoroso que estaba doblado a la mitad y abierto en la parte de arriba como una bolsa. Estaba adornado con doce piedras preciosas en las cuales estaban grabados los nombres de las doce tribus de Israel. El Urim y Tumim posiblemente eran dos piedras preciosas puestas dentro de la bolsa, que se usaban, como la suerte, para determinar la voluntad de Dios (Exodo 28:30; Números 27:21; Deuteronomio 33:8; 1 Samuel 28:6; Esdras 2:63).
C. Sueños
Dios aparentemente usó los sueños para comunicarse muchas veces durante el período del Antiguo Testamento, y lo hará de nuevo en el tiempo de la segunda venida de Cristo (Génesis 20:3, 6; 31:11–13, 24; 40–41; Joel 2:28). Los no creyentes
al igual que los creyentes experimentaron sueños dados por Dios (Génesis 20:3; 31:24). Aunque son una experiencia común,
los sueños fueron usados por Dios en esta forma especial para revelar la verdad.
D. Visiones
En una visión el énfasis parece estar en lo que se oye, mientras que en un sueño, en lo que se ve. También el ser humano implicado parece estar más activo al recibir una visión (Isaías 1:1; 6:1; Ezequiel 1:3).
E. Teofanías
Antes de la Encarnación, las teofanías se asociaban con la aparición del Angel de Jehová, quien comunicaba el mensaje divino a las personas (Génesis 16:7–14; Exodo 3:2; 2 Samuel 24:16; Zacarías 1:12).
F. Angeles
Dios también usa a ángeles creados para llevar Su mensaje a las personas (Daniel 9:20–21; Lucas 2:10–11; Apocalipsis 1:1). Nótese Apocalipsis 19:1 donde Dios usará a un ángel para comunicarse ¡con las aves!).
G. Profetas
Los profetas del Antiguo Testamento fueron portadores del mensaje de Dios a la humanidad (2 Samuel 23:2; Zacarías 1:1), al igual que los profetas del Nuevo Testamento (Efesios 3:5). Ellos hablaban con autoridad porque comunicaban la Palabra del Señor. A un predicador o maestro de hoy en día no se le puede calificar de profeta; puesto que él proclama o explica la Palabra de Dios, previamente dada y escrita.
H. Eventos
La actividad de Dios en la historia también constituye una vía de revelación. El librar al pueblo de Israel de Egipto reveló los hechos justos de Dios, de acuerdo a Miqueas 6:5. Los actos de juicio revelan quién es Dios (Ezequiel 25:7). Y, por supuesto, la encarnación de Cristo exhibió a Dios (Juan 1:14). Hoy en día no podemos dejar de decir que estos eventos tienen que ser históricos y basados en hechos para que también sean comunicativos; porque hoy algunos están poniendo la fe existencial antes que la histórica. En otras palabras, están intentando crear la revelación aparte de los hechos históricos. Semejante historiografía existencial nunca formó parte del sistema de los escritores bíblicos.
No sólo tienen que ser históricos los eventos, sino que además tienen que ser interpretados por medio de la inspiración divina si es que vamos a entender su significado en forma precisa. Por ejemplo, muchas personas fueron crucificadas, ¿cómo sabemos que la crucifixión de un Jesús de Nazaret pagó por los pecados del mundo? La Palabra de la revelación especial clarifica e interpreta correctamente la oscuridad del significado de los eventos.
I. Jesucristo
Sin lugar a dudas, la encarnación de Jesucristo fue una avenida sumamente importante de revelación especial. El explicó al
Padre (Juan 1:14), revelando la naturaleza de Dios (14:9), el poder de Dios (3:2), la sabiduría de Dios (7:46), la gloria de Dios (1:14), la vida de Dios (1 Juan 1:1–3), y el amor de Dios (Romanos 5:8). Nuestro Señor hizo todo esto por Sus hechos (Juan 2:11) y Sus palabras (Mateo 16:17).
J. La Biblia
En realidad, la Biblia sirve como la más inclusiva de todas las avenidas de la revelación especial, porque ella contiene en forma permanente muchos aspectos de las otras avenidas. Aunque Dios indudablemente dio otras visiones, otros sueños, y otros mensajes proféticos que no fueron incluidos en la Biblia, no sabemos ninguno de sus detalles. Además, todo lo que conocemos de la vida de Cristo aparece en la Biblia, aunque, por supuesto, no todo lo que El hizo o dijo se relata en las Escrituras (Juan 21:25). Pero la Biblia no es simplemente el archivo de estas otras revelaciones de Dios; ella también contiene verdad adicional que no fue revelada, por ejemplo, por medio de los profetas o aun durante la vida terrenal de Cristo. Así que la Biblia, entonces, es tanto el registro de los aspectos de la revelación especial como la revelación misma.
La revelación en la Biblia no solamente es inclusiva y sin embargo parcial, sino que también es precisa (Juan 17:17), progresiva (Hebreos 1:1), y con propósito (2 Timoteo 3:15–17).
Existen dos puntos de vista en cuanto a la credibilidad de la revelación bíblica. Los fideístas insisten en que las Escrituras y la revelación que contiene se autentican por sí mismas; es decir, que llevan en sí mismas las evidencias de su veracidad. La infalibilidad de la Biblia se tiene que presuponer, y esto debido a que la Escritura dice que es inspirada y el Espíritu la acredita. Los empíricos, por otro lado, enfatizan la credibilidad intrínseca de la revelación de la Biblia como digna de creerse, es decir, axiomática. El hecho de que la Biblia se atribuya a sí misma autoridad no constituye necesariamente una prueba de su autoridad; más bien, existen evidencias factuales, históricas, que constituyen las credenciales de la Biblia y validan la verdad de su mensaje. Mi sentir es que hay verdad en los dos puntos de vista, de modo que ambos pueden ser y deben ser usados.
II. ALGUNOS PUNTOS DE VISTA CONTEMPORANEOS
SOBRE LA REVELACION
Todos los puntos de vista contemporáneos tocantes a la revelación comparten varias características en común.
(1) Son subjetivos en orientación. La revelación se descubre en la experiencia o en la manera en que el intérprete entienda las experiencias de otros.
(2) Sin una norma o criterio objetivo éstas son inestables, porque el entendimiento de la revelación depende del concepto del intérprete. (3) A causa de (1) y (2), los puntos de vista contemporáneos de la revelación son subcristianos, porque elevan la mente humana por encima de la materia revelada por Dios.
A. La revelación como actividad divina
Este punto de vista mantiene que la revelación consiste de los hechos poderosos de Dios en la historia. Por supuesto, hay verdad en esto, porque Dios sí se reveló a Sí mismo en hechos históricos. Los conservadores creen que esos hechos fueron objetivos, y en algunos casos milagrosos. Los liberales niegan la historicidad real de esos hechos. Sin embargo, tanto los conservadores como los liberales dejan la interpretación de esos hechos al genio del intérprete. Aquellos que niegan la realidad histórica de estos hechos tratan de afirmar que éstos fueron, sin embargo, los hechos de Dios a los cuales el intérprete les atribuyó propósitos significativos. La revelación, entonces, puede ser poco más que un evento psicológico en la mente del intérprete.
B. La revelación como encuentro personal
En esta escuela de pensamiento la revelación no consiste en información que se comunica, sino en un encuentro de persona a persona. Por lo tanto, a Dios se le puede conocer solamente como sujeto, nunca como objeto, porque para lograr esto último se necesitarían proposiciones acerca de El. La revelación no nos provee información acerca de Dios, sino nos da al mismo Dios en un encuentro personal. Pero la revelación acerca de Dios (proposiciones) es necesaria para la revelación de Dios (el encuentro). Los datos son esenciales para el encuentro. La revelación como encuentro hasta cierto punto separa la revelación de la historia, e indudablemente su fundamento es existencial. Como ejemplo: “En la Biblia, la autorevelación de Dios es personal en vez de proposicional. Es decir, fundamentalmente la revelación se halla en la relación, “confrontación”, comunión; más bien que en la comunicación de datos”. (C.F.D. Moule, “Revelation”, The Interpreter’s Dictionary of the Bible [New York: Abingdon, 1976], 4:55).
Tradicionalmente, la Biblia y la revelación han sido inseparables. Los puntos de vista contemporáneos han puesto una cuña entre la Biblia y la revelación, con resultados desastrosos. Ahora no es necesario encontrar la revelación solamente en la Biblia, sino en los hechos poderosos de Dios y en el encuentro personal. La experiencia existencial ha reemplazado a la verdad objetiva como la Palabra de Dios.
En resumen: La revelación especial como ahora se halla en la Biblia provee el contenido del mensaje de Dios al mundo. La inspiración concierne al método que Dios empleó para realmente fijar ese contenido en las Escrituras. La inerrancia se relaciona con la precisión de esa transcripción. Hacia estos asuntos ahora nos dirigimos.
LA DOCTRINA BIBLICA DE LA INSPIRACION
Mientras que muchos puntos de vista teológicos estarían dispuestos a decir que la Biblia es inspirada, uno halla poca uniformidad en cuanto a lo que se quiere expresar por inspiración. Algunos la aplican a los escritores; otros a los escritos; aun otros, a los lectores. Algunos la relacionan con el mensaje general de la Biblia; otros con los pensamientos; aun otros con las palabras. Algunos incluyen la inerrancia; muchos no.
Estas diferencias reclaman precisión al declarar esta doctrina bíblica. Anteriormente todo lo que uno necesitaba para afirmar su creencia en la inspiración total de la Biblia era la declaración: “Yo creo en la inspiración de la Biblia”. Pero cuando algunos no extendieron la inspiración a las palabras del texto se hizo necesario decir: “Yo creo en la inspiración verbal de la Biblia”. Para contrarrestar la enseñanza de que no todas las partes de la Biblia eran inspiradas, uno tenía que decir: “Yo creo en la inspiración verbal y plenaria de la Biblia”. Entonces, porque algunos no quisieron atribuirle precisión total a la Biblia, fue necesario decir: “Yo creo en la inspiración verbal, plenaria, infalible e inerrante de la Biblia”. Pero entonces “infalible” e “inerrante” se empezaron a limitar a los asuntos de la fe solamente, en vez de también abarcar todo lo que la Biblia contiene (incluso hechos históricos, genealogías, relatos de la creación, etcétera); así que se hizo necesario agregar el concepto de la “inerrancia ilimitada”. Cada adición a la declaración básica surgió a causa de una enseñanza errónea.
I. LOS DATOS BIBLICOS REFERENTES A LA INSPIRACION
La doctrina de la inspiración no es algo que los teólogos han impuesto sobre la Biblia. Más bien, es una enseñanza de la misma Biblia, una conclusión derivada de los datos contenidos en ella. Y, aparte de lo que uno piense acerca de la Biblia,
ella, como cualquier otro testigo, tiene el derecho de testificar a su propio favor. Algunos descartan la validez de semejante evidencia porque es un autotestimonio y por lo tanto puede que no sea verdad. Se concede que el autotestimonio puede que sea o no verdad, pero es necesario oírlo.
Estos son los datos pertinentes que la Biblia presenta y con los cuales nos confronta.
A. 2 Timoteo 3:16
En este versículo el apóstol Pablo declara que toda la Escritura es inspirada por Dios y que es provechosa para varias cosas.
Note tres afirmaciones importantes en esta declaración.
1. Toda la Escritura, la Biblia entera, es inspirada y provechosa. Este es el alcance de la revelación. El Nuevo Testamento usa la palabra “Escritura” cincuenta y una veces y siempre con referencia a alguna parte de la Biblia. Puede tratarse de todo el Antiguo Testamento (Lucas 24:45; Juan 10:35); de un pasaje particular del Antiguo Testamento (Lucas 4:21); de un pasaje determinado del Nuevo Testamento (1 Timoteo 5:18); o de una porción más amplia del Nuevo Testamento (2 Pedro 3:16, que se refiere a los escritos de Pablo).
Estas dos últimas referencias, 1 Timoteo 5:18 y 2 Pedro 3:16, tienen mucha importancia. En 1 Timoteo 5:18 Pablo combina una referencia del Antiguo Testamento y una del Nuevo y designa a ambas como Escrituras. La cita del Antiguo Testamento viene de Deuteronomio 25:4, y la del Nuevo de Lucas 10:7 (mientras que ese pensamiento se halla en Levítico 19:13 y Deuteronomio 24:15, Lucas claramente no está citando ninguno de estos dos versículos. Por cierto, el énfasis en Levítico 19 y Deuteronomio 24 está en no retener los salarios más allá del tiempo en que deben pagarse). El hecho de unir una cita de Lucas a una del Antiguo Testamento canónico es muy significativo. Recuerde también que es probable que sólo cinco o seis años hubieran transcurrido del tiempo en que se escribió Lucas a cuando se escribió 1 Timoteo.
En 2 Pedro 3:16 Pedro identifica los escritos de Pablo con las Escrituras, lo que demuestra su temprana aceptación y reconocida autoridad. Aunque es cierto que no todo el Nuevo Testamento estaba escrito cuando Pablo escribió 2 Timoteo 3:16 (faltaba 2 Pedro, Hebreos, Judas, y todos los escritos de Juan), de todos modos, debido a que todos esos libros fueron finalmente reconocidos como pertenecientes al canon de la Escritura, podemos concluir que 2 Timoteo 3:16 incluye a los sesenta y seis libros como los conocemos hoy. No se excluye a libro alguno, ni parte alguna de la Biblia; toda la Escritura es inspirada por Dios.
La mayoría no niega que 2 Timoteo 3:16 incluye a todos los libros canónicos. Aquellos que desean reducir la cantidad de Escritura incluida en el versículo lo hacen por traducirlo de esta manera: “Toda Escritura inspirada por Dios, también es útil” (En lugar de “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil”). En otras palabras, todas las partes de la Escritura que son inspiradas son útiles, pero las que no son inspiradas no son provechosas. Esa traducción indica que solamente parte de la Biblia es inspirada.
Esa traducción es posible, pero no obligatoria. En realidad, cualquiera de las dos traducciones puede alegar ser correcta. Ambas traducciones tienen que suplir la palabra “es”; puesto que no aparece en el original. El asunto se convierte en una cuestión de suplir “es” una vez o dos veces (“Toda Escrituras inspirada por Dios también es útil”, o: “Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil”). Se prefiere la segunda traducción, por tres razones. Primera, al suplir “es” dos veces, los dos adjetivos (“inspirada” y “útil”) se entienden de la misma manera: como predicados nominales, lo cual es más natural. Segunda, la palabra conjuntiva, aunque se puede traducir “también”, significa “y” con mucha más frecuencia. Tercera razón, una construcción similar ocurre en 1 Timoteo 4:4, donde los dos adjetivos [“de desecharse” equivale al adjetivo “rechazable”. Nota del Editor] claramente son predicados nominales. Por lo tanto, la traducción preferida hace bastante claro que toda la Biblia es inspirada.
2. La Biblia entera es espirada por Dios. Esto expresa los medios de la inspiración. La forma es pasiva, lo que significa que la Biblia es el resultado del aliento de Dios. Si, por el contrario, la forma fuese activa, entonces significaría que la Biblia exuda o habla de Dios. Por supuesto, eso es cierto, pero no es lo que Pablo dice en este versículo. Nuestra palabra castellana “inspirar” lleva en sí la idea de respirar hacia el interior de algo, específicamente, la Escritura. Es cierto que autores humanos escribieron el texto, pero la Biblia se originó como una acción de Dios, que la espiró.
3. La Biblia entera es útil. Esto expresa el propósito de la inspiración. Su utilidad consiste en que enseña, amonesta, corrige, restaura, y entrena en justicia; para que el creyente pueda ser apto, capaz, o proficiente, y completamente equipado en cada aspecto de su ser. La Biblia no es para ponerla en un museo y admirarla, sino para aplicarla a nuestras vidas.
En resumen: al juntar las tres ideas de 2 Timoteo 3:16, el versículo nos declara que la Biblia entera provino de Dios para enseñarnos cómo vivir.
B. 2 Pedro 1:21
Este versículo nos dice con singular claridad, cómo Dios usó a los escritores humanos para producir la Biblia. El Espíritu Santo los movió o los impulsó. El uso del mismo verbo en Hechos 27:15 ilumina nuestro entendimiento en cuanto al significado de “llevar” o “mover” a los escritores humanos. Justamente antes que el barco que llevaba a Pablo a Roma se destrozara en la isla de Malta, se encontró con una fiera tormenta. Aunque eran hombres con experiencia, los marineros no pudieron guiarlo; así que finalmente tuvieron que dejar que el viento llevara al barco a dondequiera que soplara. En la misma manera que ese barco fue manejado, dirigido, o llevado por el viento, Dios dirigió y movió a los escritores humanos que El usó para producir los libros de la Biblia. Aunque el viento fue la fuerza que movió el barco hacia adelante, los marineros no estaban dormidos e inactivos. De igual manera, el Espíritu Santo fue la fuerza guiadora que dirigió a los escritores; quienes, aun así, llevaron a cabo un papel activo al escribir las Escrituras.
Pero este versículo también aporta otro dato importante. Declara que la voluntad de los autores humanos no dirigió la operación de escribir la Biblia. El mismo verbo, “mover” o “llevar” aparece también [en griego] en la última parte del versículo. Así que la profecía no fue traída por la voluntad del hombre. El Espíritu lo hizo, no la voluntad del hombre. Esta declaración arroja valiosa luz sobre la cuestión de la inerrancia de la Biblia. La voluntad del hombre, incluso su voluntad de cometer errores, no trajeron las Escrituras; más bien, el Espíritu Santo, que no puede errar, trajo las Escrituras. Es cierto que los escritores estaban activos al escribir; pero lo que escribieron fue dirigido, no por sus propias voluntades con la posibilidad de error, sino por el Espíritu Santo, que es veraz e infalible.
B.B. Warfield, comentando sobre 2 Pedro 1:21 enfatizó bien este punto: “En esta declaración singularmente precisa y llena de sentido, hay varias cosas que demandan que se les observe cuidadosamente. Está, primero que todo, la negación enfática de que la profecía —es decir, en la hipótesis sobre la cual estamos trabajando, la Escritura— deba su origen a la iniciativa humana: ‘Porque nunca la profecía fue traída —“vino” es la palabra que usa la versión inglesa”— por la voluntad del hombre’. Entonces, hay la afirmación, igualmente enfática, de que su origen está en Dios: Es cierto que fue declarada por hombres, pero los hombres que la declararon lo hicieron como instrumentos de Dios. Y, una cláusula notable se inserta aquí, y está puesta delante en la oración para que el énfasis caiga sobre ella, la cual nos dice cómo hombres, al hablar, hablasen no de sí mismos, sino Dios a través de ellos: fue como llevados —el mismo término que arriba fue traducido ‘fue traída’, y posiblemente pudiera interpretarse ‘traídos’ aquí— por el Espíritu Santo que ellos hablaron. Al hablar así bajo la influencia del Espíritu Santo, las cosas que ellos hablaron no provinieron dí si mismos, sino de Dios” (The Inspiration and Authority of the Bible [Philadelphia: Presbyterian and Reformed, 1948], p. 136).
En resumen: 2 Pedro 1:21 declara que Dios usó a los hombres y nos dio una Biblia completamente veraz.
C. 1 Corintios 2:13
Aquí Pablo afirma que la revelación de Dios llegó a nosotros en palabras. Esto contrarresta la contención de algunos de que la inspiración solamente tiene que ver con los pensamientos que Dios quería que supiéramos, y no con las palabras con las cuales se expresaron esos pensamientos. Sostener ese punto de vista releva a uno de tener que creer en la inerrancia del texto; porque uno supuestamente pudiera tener pensamientos acertados (los de Dios) transmitidos en palabras erróneas (las del hombre). Pero Pablo insistió en que el mensaje de Dios vino en las palabras del texto.
El hecho de que Pablo dice que él habló con palabras, no significa que no se esté refiriendo a sus escritos. Note que Pedro dijo que Pablo ‘habló’ en sus epístolas (2 Pedro 3:16). Así que ‘hablamos con palabras’ ciertamente puede referirse a las cartas de Pablo.
En resumen: Este versículo enseña que las palabras mismas de la Biblia son inspiradas.
D. Una colección de datos
Estos datos demuestran algo de la variedad del material que Dios movió a los autores humanos a incluir en la Biblia.
1. Material que vino directamente de Dios. Las dos piedras en que fueron escritos los Diez Mandamientos vinieron directamente de Dios (Deuteronomio 9:10).
2. Material recopilado. Aunque algunas partes de la Biblia se escribieron directamente (como algunas de las cartas de Pablo), otras fueron el resultado de previa investigación para recopilar datos. El Evangelio de Lucas es un ejemplo de esto (Lucas 1:1–4).
Lucas no fue un testigo presencial de los eventos de la vida de Cristo. Así que, o Dios le tuvo que haber dado a él revelación directa de esos eventos para que escribiera su Evangelio, o él los tuvo que haber descubierto por medio de investigación. En su prólogo, Lucas nos dice que (a) él consultó a testigos presenciales de la vida y ministerio de Cristo; ) usó narraciones escritas disponibles de partes de Su ministerio; (c) investigó cuidadosamente y escudriñó todas sus fuentes; (d) planeó un arreglo ordenado de su material; y (e) el Espíritu Santo lo movió y lo llevó a él en la tarea misma de escribir; de modo que todo lo que escribió fue preciso y verídico.
3. Material profético. Aproximadamente un cuarto de la Biblia fue profecía al momento de escribirse (aunque, por supuesto, algo de todo ese material se ha cumplido). La profecía verdadera puede venir solamente del Dios verdadero, que todo lo sabe. Ningún escritor humano podría concebir profecía que fuera cien por cien verdadera.
4. Material histórico. Gran parte de la Biblia narra la historia, y lo hace en forma precisa. La mayoría de las porciones históricas fueron escritas por aquellos que habían personalmente presenciado esos eventos. (e.g., Lucas, quien fue compañero de Pablo en muchos de sus viajes, Hechos 16:10–13; 20:5–21:18; 27:1–28:6; o Josué, quien participó en la conquista de Canaán y entonces escribió sobre la misma en el libro de Josué). Algo como la historia de la creación, por supuesto, tuvo que ser revelado por Dios a Moisés; puesto que ningún ser humano fue testigo presencial; y Moisés escribió de esto mucho después de ocurrir.
5. Otro material. La Biblia sí archiva cosas que no son verdad, como las mentiras de Satanás (Génesis 3:4–5); pero da cuenta de ellas con exactitud. La Biblia también contiene citas de los escritos de personas no salvas (Tito 1:12). También tiene algunos pasajes que son fuerte e intensamente personales y emocionales (Romanos 9:1–3). Pero esta variedad de material se ha relatado con exactitud.
En resumen: Esta variedad de materiales demuestra que Dios algunas veces reveló cosas en forma sobrenatural y directa; algunas veces permitió que los autores humanos compusieran Su mensaje usando su propia libertad de expresión. Pero El espiró el producto total, dirigiendo en varias formas a los autores, para darnos Su mensaje en las palabras de la Biblía.
II. UNA DEFINICION DE LA INSPIRACION
Por supuesto, una definición adecuada debe formularse, tomando como base los datos que las Escrituras proveen sobre el particular, según se expuso arriba. El esqueleto de una definición es esta: Dios dirigió a los hombres para que ellos escribieran Su mensaje en la Biblia.
Si le agregamos carne a ese esqueleto llegamos a una definición como esta: Dios supervisó a los autores humanos de la Biblia, para que ellos compusieran y grabaran sin error Su mensaje a la humanidad en las palabras de sus escritos originales.
Note cuidadosamente algunas de las palabras clave en esa definición. (1) La palabra “supervisar” admite el alcance de las relaciones que Dios tuvo con los escritores y la variedad de materiales. Su supervisión algunas veces fue muy directa y otras no tanto, pero ésta siempre incluía el guardar a los escritores para que ellos escribieran con exactitud.
(2) La palabra “compusieran” muestra que los escritores no eran taquígrafos pasivos a los cuales Dios les dictaba el material, sino escritores activos.
(3) “Sin error” expresa la aseveración de la misma Biblia de que ella es la verdad (Juan 17:17).
(4) La inspiración solamente puede atribuírsele a los escritos originales, no a las copias o las traducciones, por más precisas que sean.
Observe: El procedimiento utilizado en este capítulo ha sido examinar los datos bíblicos concernientes a la inspiración, y entonces formular una definición que incorpore esos datos. La definición, pues, intenta ser una declaración de las aseveraciones de la Biblia acerca de sí misma. No comenzamos con una definición, para imponerla sobre los datos y, en el proceso, forzar o seleccionar solamente los datos que respaldaran esa definición.
Finalmente, nunca debemos perder de vista las aseveraciones asombrosas que la Biblia hace acerca de sí misma en el asunto de la inspiración. Ningún otro libro puede compararse con ella. Dios la espiró, los hombres la escribieron; nosotros la poseemos.
LA INERRANCIA DE LA BIBLIA
Los ataques contra la inerrancia de la Biblia no son nuevos y parecen ser algo cíclicos. Sin embargo, el debate contemporáneo´parece ser interno; es decir, entre evangélicos, en vez de entre los liberales y los conservadores. Tal vez esto lo hace aun más significativo, pues el debate ha trazado líneas entre los evangélicos que era necesario que se delinearan. También ha servido para agudizar las distinciones que rodean el concepto de la inerrancia.
I. LA IMPORTANCIA DE LA INERRANCIA
A. Su importancia afirmada.
¿Puede uno ser evangélico y negar el concepto pleno de la inerrancia? La respuesta es sí, simplemente porque algunos evangélicos lo hacen. Hablando estrictamente, un evangélico es uno que cree el Evangelio. ¿Puede uno ser cristiano y no aceptar el concepto de la inerrancia? Por supuesto, y sin duda muchos caen en esa categoría. Ser cristiano significa estar relacionado correctamente con Cristo. ¿Puede uno ser bíblico y negar la inerrancia? No, si es que la Biblia enseña su propia inerrancia.
Entonces, ¿cuán importante es esta doctrina? Si es una enseñanza bíblica, entonces el negarla es negar parte de la veracidad de la Biblia. Pero considere esto: Si la Biblia contiene algunos errores, ya sean pocos o muchos, ¿cómo puede uno estar seguro de que su entendimiento de Cristo es correcto? Quizás uno de esos errores concierne a algo de la vida de Cristo. No sería imposible que pudiera haber un error en un asunto tan crucial como Su muerte y resurrección. ¿Qué, entonces, le ocurriría a la cristología de uno? Se cambiaría, quizás, aun tan drásticamente que no habría fe cristiana alguna que aceptar.
O suponga que la enseñanza bíblica sobre el Espíritu Santo fuese incorrecta. Esto pudiera afectar la doctrina cardinal de la Trinidad, lo cual a su vez pudiera también afectar seriamente la cristología, la soteriología y la santificación. Aun si los errores son en asuntos supuestamente “menores”, cualquier error expone la Biblia a sospecha en otros puntos que puede que no sean tan “menores”. Si la inerrancia cae, otras doctrinas caerán también.
Cuando se niega la inerrancia, uno puede esperar algunas consecuencias tanto en las áreas doctrinales como en las prácticas.
Algunos asuntos doctrinales que pueden ser afectados por negar la inerrancia, incluyen los siguientes:
(1) Una negación de la caída histórica de Adán.
(2) Una negación de los hechos de las experiencias del profeta Jonás.
(3) Que se quiten algunos de los milagros tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo basándose en cualquier explicación.
(4) Una negación de la paternidad literaria mosaica del Pentateuco.
(5) Una creencia en dos o más autores para el libro de Isaías.
(6) Un flirtear con la teología de la liberación o aceptación de ella con su redefinición del pecado (como social en vez de individual) y de la salvación (como política y temporal en vez de espiritual y eterna).
Algunos errores de estilo de vida que pueden seguir a una negación de la inerrancia, incluyen los siguientes.
(1) Un punto de vista licencioso sobre la seriedad del adulterio.
(2) Un punto de vista licencioso sobre la seriedad del homosexualismo.
(3) Un punto de vista licencioso sobre el divorcio y nuevo matrimonio.
(4) Una reinterpretación “cultural” de algunas de las enseñanzas de la Biblia (e.g., sobre las mujeres, sobre la obediencia civil).
(5) Una tendencia a mirar la Biblia a través de una rejilla psicológica moderna.
La inerrancia es una doctrina importante, cuya negación o dilución puede resultar en errores serios en doctrina y conducta.
B. Su importancia diluida
Todavía muchos insisten en que la inerrancia es insignificante, inaplicable o innecesaria para la fe. Por lo tanto, todo el furor que se ha levantado sobre ésta es meramente una tempestad en un vaso de agua, y aquellos que insisten en ella están perturbando la paz de la iglesia.
Pero esto simplemente no es el caso. La inerrancia es una cuestión crucial, pues si la Biblia no está completamente libre de error, entonces tiene que contener por lo menos un error. Ahora bien, si todos pudiéramos llegar a un acuerdo acerca dónde está ese error, entonces es concebible que se pudiera tolerar el problema, pero si la literatura actual sirviera de pauta, entonces existirían como veinte candidatos para ese solo error, y eso significa que pudiera haber a lo menos veinte errores. Y si existieran unos veinte errores, entonces la cuestión llega a ser: ¿Cómo puedo yo confiar en la Biblia después de todo? Así que la inerrancia no es algo insignificante.
Así que la inerrancia no es algo insignificante.
Aquellos que se oponen o que quieren restarle importancia a la inerrancia, declaran a menudo: “Puesto que la Biblia no enseña la inerrancia claramente, tampoco podemos nosotros hacerlo”. A lo menos esto coloca a los que insisten en la importancia de la inerrancia en la posición de insistir en más de lo que insiste la Biblia. A lo más, implica o afirma que la
inerrancia no es una doctrina bíblica.
Pero para que la declaración sea verdadera requiere (a) que podamos demostrar que la Biblia claramente no enseña la inerrancia, y (b) que si no la enseña (en el sentido de proveer textos de comprobación), no podemos afirmar la inerrancia sobre la base de un estudio inductivo de la evidencia. Examinemos estas declaraciones:
¿Enseña la Biblia la inerrancia claramente? La respuesta dependerá de lo que queramos decir por claramente”. Si por claramente uno se refiere a textos de comprobación, tales como los que están presentes en la Biblia para la expiación por sustitución, por ejemplo (Mateo 20:28), entonces es verdad que no hay esa clase de evidencia “clara” para la inerrancia. Pero los evangélicos aceptan muchas doctrinas como claramente enseñadas en las Escrituras para las cuales no hay textos de comprobación. La doctrina de la Trinidad provee el mejor ejemplo de esto. Es justo decir que la Biblia no enseña clara mente la doctrina de la Trinidad, si por claramente uno quiere decir que hay textos de comprobación para la doctrina. De
hecho, no hay siquiera un texto de comprobación, si por texto de comprobación queremos decir un versículo o un pasaje que “claramente” declare que solamente hay un Dios el cual existe en tres personas.
¿Cómo entonces llegamos a la doctrina clara de la Trinidad? Simplemente por aceptar dos líneas de evidencia en la Biblia: (a) declaraciones claras que enseñan que solamente hay un Dios; y (b) declaraciones igualmente claras de que hay Alguien llamado Jesús y Alguien nombrado el Espíritu Santo quienes, además de Dios el Padre, alegaron ser Dios. Semejante evidencia permite una de dos conclusiones: o Jesús y el Espíritu Santo no son divinos, o Dios existe como una Triunidad. Los cristianos ortodoxos nunca se han alejado apenados de la segunda conclusión, aunque la evidencia es de diferente nivel de claridad que aquella que proveen los textos de comprobación.
Para dar otro ejemplo, muchos niegan que Jesús es Dios, porque, dicen ellos, no hay evidencia “clara” de que El alguna vez afirmara ser divino. Robert S. Alley, en ese entonces de la Universidad de Richmond, levantó un furor entre los Bautistas del Sur cuando afirmó que Jesús “nunca en realidad dijo ser Dios ni estar relacionado con El” (“Some Theologians Question Factual Truth of Gospels”, The Richmond News Leader, 17 de julio de 1978, p. 1). Aun cuando tenía la
misma evidencia de la Biblia que aquellos que concluyen que Jesús sí declaró ser Dios, él llegó a una conclusión completamente diferente. Semejante herejía indigna a los creyentes ortodoxos, y con razón.
Aunque yo no he tratado todavía de la evidencia para la clara enseñanza de la Biblia sobre su propia inerrancia, vamos a admitir por el momento que sí la enseña claramente, aunque no necesariamente por medio de textos de comprobación. Si
es así, ¿están los errantistas pidiendo de la Biblia una norma más alta de claridad para comprobar la inerrancia, que la que
ellos requieren para comprobar la deidad de Cristo o la Trinidad? En otras palabras, ¿no tienen ellos un criterio para comprobar claramente la doctrina de la Trinidad y otro para la inerrancia?
Las ilustraciones anteriores comprueban el error de deducir que si algo no está comprobado por medio de textos de comprobación en la Biblia, no podemos enseñar claramente los resultados de un estudio inductivo o llegar a conclusiones lógicas obtenidas de la evidencia que sí está allí. Si fuese así, yo nunca pudiera enseñar las doctrinas de la Trinidad, la deidad de Cristo o la deidad del Espíritu Santo, o aun las formas de gobierno de la iglesia.
A menudo he oído a personas decir: “Yo solamente llego hasta el punto donde llegue la Biblia”. Esto puede ser una buena norma, porque nosotros nunca le queremos agregar a lo que enseña la Biblia. Pero tampoco queremos omitir algo que enseña, ya sea por medio de textos de comprobación, deducción, inducción, implicación, lógica, o principios. La alegación de que no se quiere ir más allá de lo que la Biblia enseña puede ser meramente una excusa para no enfrentar las implicaciones de lo que sí enseña. Y temo que para algunos esto ha sido su excusa por no querer enfrentar lo que la Biblia dice acerca de la propia inerrancia.
La segunda excusa para diluir la importancia de la inerrancia es que, puesto que no poseemos ninguno de los manuscritos originales de la Biblia, y puesto que la inerrancia está relacionada solamente con los originales, la doctrina de la inerrancia solamente es teórica y, por lo tanto, no es esencial. Nosotros no poseemos ninguno de los manuscritos originales de la Biblia, y la doctrina de la inerrancia, como la de la inspiración, se le atribuye solamente a los manuscritos originales, y no a ninguna de las copias. Las dos premisas anteriores están correctas, pero esas premisas particulares no comprueban en ninguna manera que la inerrancia sea una doctrina no esencial.
Obviamente, la inerrancia se puede afirmar solamente con relación a los manuscritos originales, porque sólo ellos vinieron directamente de Dios bajo la inspiración. La primera copia de una carta de Pablo, por ejemplo, fue en realidad solamente una copia, y no la original que Pablo mismo escribió o dictó. Tanto la inspiración como la inerrancia se atribuyen solamente a los originales. Pero ¿reclamaría un errantista que la inspiración es una doctrina no esencial basándose en que no tiene los originales y que no le atribuye la inspiración a las copias? Yo creo que no. Entonces, ¿por qué lo dice de la inerrancia?
Otro argumento es que la inerrancia es una doctrina reciente que no le preocupaba a la iglesia anteriormente; por lo tanto, tampoco tenemos que preocuparnos de ella hoy en día.
El argumento de la historia de la iglesia parece asomar su cabeza casi cada vez que se discute cualquier doctrina. Si la doctrina se enseñó en tiempos antiguos, esto supuestamente la hace más aceptable. Si, por otro lado, no ha sido enseñada hasta los años más recientes, entonces se cuestiona.
Por supuesto, el argumento mismo no es válido. La veracidad o no veracidad de cualquier doctrina no depende de si fue enseñada en la historia de la iglesia o no. Su veracidad depende solamente de si la Biblia la enseña o no. Ahora bien, admitimos que una enseñanza que nunca se ha oído pudiera levantar sospecha; pero, la Biblia, no la historia de la iglesia, es la norma por la cual todas las enseñanzas se tienen que medir.
Aun así, la excusa de la historia persiste con la doctrina de la inerrancia. Es reciente, dicen ellos; por lo tanto, el debate debe cesar.
Algunos dicen que la inerrancia se originó con B.B. Warfield, en Princeton, hacia fines del siglo diecinueve. Otros alegan que Turretin, un teólogo luterano, la inició justamente después de la Reforma.
En realidad, ninguno de los dos hombres la inició. Nosotros creemos que Cristo enseñó la inerrancia, y lo mismo hizo el apóstol Pablo. Además, Agustín, Tomás de Aquino, los reformadores, y otros grandes hombres la sostuvieron a través de la historia de la iglesia. Admitimos que tal evidencia de la historia no valida la doctrina (las enseñanzas de Cristo y de Pablo sí lo hacen, y examinaremos esto más adelante), pero sí invalida la alegación de que la inerrancia es un invento reciente.
Por ejemplo, Agustín (354–430) claramente declaró que “las consecuencias más desastrosas tienen que seguir a nuestro creer que cualquier cosa falsa se encuentre en los libros sagrados. Esto es decir que los hombres por medio de los cuales la Escritura nos ha sido dada y a quienes se les encomendó escribirlas; pusieron en estos libros alguna cosa falsa. Si usted una vez admite que haya en tan alto santuario de autoridad una declaración falsa, no quedará ni una sola sentencia en esos libros, que, si pareciera a cualquiera difícil de practicar o creer, no fuera, por la misma regla fatal, refutada como una declaración en la cual el autor, intencionalmente, declaró lo que no era verdad” (Epistula, p. 28). Aquí, en términos antiguos, está la teoría del dominó.
Además, Tomás de Aquino (1224–1274) dijo claramente que “nada falso puede estar detrás del sentido literal de la Escritura” (Summa Teologica, I, 1, 10, ad 3). También, Lutero declaró: “Las Escrituras nunca se han equivocado” (Works of Luther, XV: 1481). Juan Wesley, el fundador del metodismo, escribió: “No, si hay algunos errores en la Biblia, muy bien pudiera haber mil. Si hay una falsedad en ese Libro, no provino del Dios de la verdad” (Journal VI, 117).
¿Cómo puede cualquiera decir, entonces, que la inerrancia es un invento reciente? Pero aun si lo fuese, todavía pudiera ser una doctrina verdadera. Solamente la Biblia, no la historia, nos lo puede decir.
II. EL SIGNIFICADO DE LA INERRANCIA
Definiciones para la inerrancia no abundan. Los errantistas consideran que “inerrancia” equivale a infalibilidad y, entonces, limitan su alcance a asuntos de fe y práctica o revelacionales o al mensaje de la salvación. Un ejemplo de esto: “La Biblia es infalible, como yo defino el término, pero no ‘inerrante’. Es decir, hay errores históricos y científicos en la Biblia, pero no he encontrado ninguno en asuntos de fe y práctica” (Stephen T. Davis, The Debate About the Bible [Philadelphia: Westminster Press, 1971]. A lo menos, esta es una distinción sincera entre la infalibilidad y la inerrancia.
El Pacto de Lausana declaró a la Biblia “inerrante en todo lo que afirma”. Sin duda, la frase es flexible; puesto que permite errores en áreas como la creación, donde, de acuerdo a algunos intérpretes, la Biblia no está afirmando hechos históricos. Tanto los “inerrantistas” como los “errantistas” pudieran subscribir esa declaración.
El Concilio Internacional sobre la Inerrancia Bíblica, en su declaración de Chicago, afirmó la inerrancia en una breve declaración que establece que “la Escritura es sin error o defecto en toda su enseñanza…” Entonces siguieron diecinueve artículos para describir y explicar la inerrancia.
Esta breve declaración sería insatisfactoria para los errantistas. Si hubiera alguna duda acerca de eso, ciertamente la elaboración de diecinueve artículos impediría que los errantistas estuviesen de acuerdo con ella.
El diccionario define “inerrancia”* como carecer de error. La mayoría de las definiciones comparten esta descripción negativa. La pregunta que surge de esta definición es: ¿Qué cosa es el error? ¿Puede la Bibliausar aproximaciones y aun así estar sin error? ¿Puede un escritor del Nuevo Testamento citar libremente del Antiguo y afirmar que la cita resultante carece de error? ¿Puede un escritor bíblico usar el lenguaje de la apariencia sin comunicar el error? ¿Pueden existir narraciones diferentes del mismo evento, sin incluir error?
Es cierto que la información de la Escritura a menudo incluye aproximaciones, citas libres, el lenguaje de las apariencias, y narraciones diferentes del mismo suceso. ¿Puede esta información respaldar una definición de la inerrancia tal como “carecer de error”? Obviamente, la información y la definición tienen que armonizar si esa es la definición correcta de lo que la Biblia enseña en cuanto a su propia inerrancia.
Posiblemente la tensión desapareciera si definiéramos la inerrancia positivamente: La inerrancia de la Biblia simplemente significa que la Biblia dice la verdad. La verdad puede incluir e incluye aproximaciones, citas libres, el lenguaje de las apariencias, y narraciones diferentes del mismo evento, mientras que éstos no se contradigan. Por ejemplo, si usted me informara que una amigo nuestro tuvo ingresos de cien mil dólares el año pasado, yo bien pudiera decir (especialmente si nunca había pensado que él fuera un hombre rico): “¿Me estás diciendo la verdad?” Cuando usted respondiera: “Sí”, esa sería una respuesta inerrante, aunque sus ingresos que él declaró a los oficiales de impuestos fuera $100.537. Esa aproximación diría la verdad. O si yo le dijese: “La salida del sol sobre el Gran Cañón es una de las vistas más espectaculares que jamás yo haya visto”. Y si usted respondiera: “¡De veras! ¿Es verdad eso?” A lo cual yo diría: “Sí, eso es verdad”. Mi afirmación con el uso propio del lenguaje de las apariencias diría la verdad, aunque el sol no sale literalmente sobre el Gran Cañón.
¿Dice la Biblia que no mientas? Sí, dice que no mientas. ¿Es esta una declaración verdadera? Por supuesto, aunque también es verdad (aunque no más verdadero) decir que la Biblia dice: “No mintáis los unos a los otros”. Pero la cita libre es verdadera.
O también, mi esposa me contó que cuando ella vio el cambio de la guardia en el Palacio de Buckingham, un soldado se desmayó y cayó al suelo. Pero el periódico reportó que ese mismo día tres hombres se habían desmayado. Eso fue un informe verdadero. Si mi esposa hubiese dicho que solamente un hombre se había desmayado, entonces su reporte hubiera sido incorrecto. En realidad tres se desmayaron, pero ella enfocó su atención solamente sobre el que estaba más cercano a donde ella estaba parada. Ella aun pudiera haber notado que los otros se desmayaron, pero simplemente no lo reportó. Sin embargo, su declaración fue verdadera.
* Ese vocablo no se halla en los diccionarios castellanos, pero es comprensible como un derivado compuesto de “error”.
Si 1 Corintios 10:8 dice que murieron 23.000 en un día, y Números 25:9 informa que fueron 24.000 pero sin agregar la restricción “en un día”, entendemos que los dos están diciendo la verdad (y probablemente ambas cifras son aproximaciones de la cantidad que murió ese día en particular y el número de muertes adicionales después).
Si un escritor del Nuevo Testamento hace una cita libre del Antiguo Testamento, puesto que él estaba escribiendo bajo la inspiración del Espíritu, esa cita libre se convierte en parte del texto inspirado e “inerrante”. El Espíritu Santo, el autor tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo, sin duda tiene el derecho de citarse a Sí mismo como El desee y usar citas con significados que nosotros como intérpretes no inspirados posiblemente nunca hubiéramos visto.
El uso del lenguaje de las apariencias es una forma común de comunicar, a veces más vívidamente que en el lenguaje científico.
Si Marcos y Lucas solamente hablan de un hombre ciego al cual se le da la vista en Jericó, mientras Mateo dice que fueron dos, ambas declaraciones son verdaderas mientras que Marcos y Lucas no digan que fue sólo un hombre.
La mayoría de los debates sobre la verdad y el error se desvían cuando se convierten en filosóficos y no realistas. La mayoría de las personas comprenden clara y fácilmente que las aproximaciones, etcétera, dicen la verdad. La Biblia es “inerrante” en el sentido de que ella dice la verdad, y lo hace sin error en todas sus partes y con todas sus palabras.
Si no fuese así, entonces ¿cómo pudiera el Señor afirmar que el hombre vive de toda palabra que procede de la boca de Dios (Mateo 4:4)?, especialmente si toda la Escritura es espirada por Dios (2 Timoteo 3:16).
III. LA ENCARNACION Y LA INERRANCIA
La lógica de algunos todavía insiste en que cualquier cosa que incluya a la humanidad tiene que dejar lugar para la posibilidad del pecado. Así que, mientras la Biblia sea un libro a la vez divino y humano, la posibilidad y la realidad de los errores existen.
Examinemos esa premisa. ¿Es siempre inevitable que el pecado esté presente dondequiera que esté la humanidad?
Si usted se sintió tentado a responder de modo afirmativo, probablemente llegó enseguida a su mente una excepción. El título de esta sección le dio la pista. La excepción es nuestro Señor Jesucristo. El fue el Dios-Hombre, y aun así Su humanidad no participó del pecado. Así que El sirve como un ejemplo claro de una excepción a la lógica enfatizada por los que creen en la errancia.
La doctrina genuina del Dios-Hombre declara que El poseía la completa y perfecta naturaleza divina y la perfecta naturaleza humana, y que éstas se unieron en una persona para siempre. Su deidad no fue disminuida en ningún detalle; Su humanidad no era en alguna forma pecaminosa o irreal, aunque sin pecado; y en Su singular persona Sus naturalezas estaban sin mezcla, cambio, división o separación.
De igual manera, la Biblia es un Libro divino-humano. Aunque se originó con Dios, fue realmente escrito por el hombre. Es la Palabra de Dios, comunicada por el Espíritu Santo. Hombres pecaminosos escribieron esa Palabra, pero lo hicieron sin error. Igual que en la encarnación, Cristo tomó la humanidad, pero no fue manchado en ninguna manera con el pecado; así la producción de la Biblia no fue manchada con error alguno.
Permítaseme llevar la analogía un poco más lejos. En la humanidad de Jesucristo había algunas características que no eran opcionales. El tenía que ser judío. El no pudo haber sido un gentil. El tenía que ser un hombre, no una mujer. El tenía que ser libre de pecado, no pecaminoso. Pero sí había algunas características de su humanidad impecable que se pudieran clasificar opcionales. Jesús pudiera haber poseído la humanidad perfecta dentro de una variación de algunas pulgadas en su estatura al llegar a la madurez. Un enano o un gigante hubiera sido imperfecto. El pudiera haber variado un poco en cuanto a su peso al llegar a la madurez y todavía ser perfecto. Por cierto, la cantidad de pelos en su cuero cabelludo dentro de límites pudiera haber sido una opción no pecaminosa. Sin embargo, fue la humanidad que El exhibió la que fue, de hecho, humanidad perfecta.
Los escritores de la Biblia no fueron pasivos. Ellos escribieron al ser guiados por el Espíritu, y en esas escrituras había algunas cosas que no se pudieran haber dicho en ninguna otra manera. Pablo insistió en la forma singular en vez de plural de Gálatas 3:16. Pero, se puede entender que había algunas otras opciones no pecaminosas como en la declaración emocional de Pablo en Romanos 9:1–3. Aun así, la Biblia que tenemos es, de hecho, el documento perfecto del mensaje de Dios a nosotros.
A todos nos cuesta entender la relación entre lo divino y los autores humanos de las Escrituras. Lo divino no se puede enfatizar hasta llegar a destruir en todo sentido práctico lo humano; y a lo humano no se le puede permitir ser tan humano como para permitir errores en el texto.
Algo similar ocurrió en cuanto a la persona de Cristo en los primeros siglos de la historia de la iglesia. El docetismo, una herejía del primer siglo, enseñó que Cristo no se hizo carne realmente, sino que solamente apareció como un hombre; robándole de esta manera Su humanidad genuina. El docetismo era, por supuesto, un error cristológico, pero usted puede ver la analogía con la cuestión de la doble paternidad literaria de la Biblia. Aquellos que creen que la Biblia contiene errores, dicen que la inerrancia sobreenfatiza la paternidad literaria divina, descuidando así su “humanidad”. Así, la supervisión de la Biblia por Dios hasta el punto de producir una Biblia sin error, se le clasifica como un punto de vista docético en cuanto la inspiración. Karl Barth hizo esta misma acusación y, más recientemente, también el teólogo holandés Berkhouwer y el profesor Paul Jewett, de la Universidad de Fuller.
Pero si fuese verdad (lo cual no lo es) que aquellos que creen en la inerrancia total de la Biblia se están adhiriendo a una herejía parecida al docetismo, entonces sería igualmente cierto que aquellos que creen en cualquier clase de errancia respaldan una doctrina análoga al ebionismo.
En el segundo siglo los ebionitas negaron la deidad de Cristo por negar Su nacimiento virginal y Su preexistencia. Ellos consideraban a Jesús como el hijo natural de José y María que fue elegido Hijo de Dios en Su bautismo, pero no como el eterno Hijo de Dios. Pensaban que Jesús fue un gran profeta y más alto que los arcángeles, pero no divino.
Ahora bien, si la inerrancia es supuestamente una herejía como la docética, entonces la errancia, aunque limitada, es obviamente una herejía parecida al ebionismo; puesto que la humanidad de la Biblia tiene que permitir errores en la Biblia. De acuerdo al punto de vista errantista, por el hecho de que hombres genuinos tuvieron participación, no se puede garantizar que sus escritos estén libres de error, aunque el Espíritu Santo los dirigió y los inspiró. Eso es un error parecido al ebionismo.
Hay una doctrina ortodoxa de la persona de Cristo y hay una doctrina ortodoxa de la Biblia. Ambas incluyen a Dios y al hombre, y ambas resultan en un producto impecable.
Charles C. Ryrie, en su libro: Teología Básica.